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La cuestión no es si alguna vez te has preguntado qué coño estás haciendo con tu vida. La cuestión es: -con qué frecuencia te lo preguntas?
Hubo un tiempo en que todo parecía más sencillo. La vida giraba en torno a tardes viendo dibujos animados, mientras decidíamos si el bocadillo sería de chocolate o de quesitos.
Pero un día nos disfrazamos de adultos y llegaron los alquileres imposibles, las hipotecas de pesadilla, los jefes insoportables, las vacaciones de postureo, las suegras, las madres, los hijos, la pareja... y los calcetines que no casan o las misteriosas manchas en la ropa que parecen tener vida propia.
Si tu vida es un drama constante, las croquetas están para recordarnos que sobrevivir merece siempre la pena... Y, además, son pura terapia.
«Un rayo de luz en la vida cotidiana. Un libro sensato, desenfadado, divertido. Para reflexionar, reírse y ser más feliz».
ELIA BARCELÓ, escritora.
«El éxito es conseguir saber quién eres y sentirte bien con ello. No tener que demostrar nada a nadie. Volver a esa fila donde el abusón del patio hacía de las suyas mientras el resto le bailaba el agua y ser la primera en dar un paso al frente y decir que no quieres estar ahí, que contigo no cuenten. Decir en voz bien alta y sin vergüenza que el Ulises es una mierda, que El padrinoestá sobrevalorada o que ¡el emperador está desnudo! -Es que no lo veis? El éxito es vivir en paz, no tener que preocuparte por si podrás llenar la nevera a fin de mes, querer mucho, reír a gritos, que te quieran. Tener todo lo que necesitas y no querer nada más».
@jessicagomez_al
Soy de un pueblo minero, vivo en Gijón, estoy casada y tengo un montón de niños y de animales. A veces los confundo. Pero te quiero contar otra cosa: yo nací en 1983. Eso significa que soy de una generación que ha bailado entre dos mundos: de niña me dijeron que no podría ser escritora porque no me parecía a los señores apergaminados que salían en la tele como representantes del gremio; pero años más tarde llegó internet con sus cosillas, y aquí estamos.
En resumidas cuentas: soy una letraherida afortunada.
Al final, no hacía falta parecerse a ningún señor de pergamino para dedicarse a esto.
Por eso siento que gano otra batalla con cada nuevo libro publicado. Es cierto que no me imagino a aquellos señores teniendo que levantarse a las cinco de la mañana para escribir, ni dejando un capítulo a medias para poner la lavadora o llevar a los niños al cole. Pero poco a poco: ese bastión, estoy segura, también caerá.