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Otro fantasma recorre la memoria de quienes vivieron en la Unión Soviética: el silencio de las mujeres que sufrieron el control patriarcal del Estado, la religión y la tradición. Su trauma lo arrastra el tiempo de una generación a otra hasta que un día alguien recuerda, habla y pone nombre a aquello que permanecía acallado. Malgorzata Nocun ha hecho de la escucha literatura. Ha recorrido el territorio íntimo en el que las hijas heredan de sus madres la memoria del hambre, la miseria y la muerte, y se ha convertido en testigo atenta de una constelación de conversaciones y testimonios que iluminan una cara del siglo xx que permanecía en la penumbra.
Con un estilo preciso e incisivo, heredero de maestras de la escritura de no ficción como Svetlana Aleksiévich o Hanna Krall, Nocun levanta con El amor ha sido mi única culpa un refugio en el que resuena la historia de cerca del millón de partisanas, conductoras y francotiradoras que combatieron en el Ejército Rojo o de las mujeres soldado que hoy conforman casi un tercio de la milicia ucraniana. De las que, atrapadas en el sitio de Leningrado, recitaban de memoria los versos de Anna Ajmátova para paliar el hambre. De las que ondearon la bandera roja seducidas por la utopía de los sóviets y de las disidentes que acabaron en los sótanos de la Lubianka, el putrefacto corazón del KGB. De todas las «enemigas del pueblo» que perdieron el nombre propio en el gulag o que pasaron su juventud en las fosas de la psiquiatría soviética. Aquí están las voces de un imperio que se desmorona y que tras su derrumbe ha dejado a la vista su estructura de violencia.
Malgorzata Nocun (Polonia, 1980) es periodista y escritora. Ha trabajado como corresponsal para Tygodnik Powszechny en Ucrania y Bielorrusia entre 2004 y 2006, y es editora de la revista Nowa Europa Wschodnia, especializada en la región de Europa del Este y los países de la antigua Unión Soviética. Junto con Andrzej Brzeziecki ha escrito Bialorus. Kartofle i dzinsy (2010) [«Bielorrusia: patatas y vaqueros»], Ograbiony naród. Rozmowy z intelektualistami bialoruskimi (2012) [«La nación saqueada: conversaciones con intelectuales bielorrusos»] y Armenia. Karawana smierci (2014) [«Armenia: la caravana de la muerte»]. Es también autora de Wczesne zycie (2016) [«Vida temprana»]. Ha recibido el Pióro Nadziei (Pen of Hope) en 2014, otorgado por Amnistía Internacional en reconocimiento a su reportaje sobre el Cáucaso del Norte. Por El amor ha sido mi única culpa fue nominada al Premio Beata Pawlak y al Premio Ryszard Kapuscinski de reportaje literario.