Installieren Sie die genialokal App auf Ihrem Startbildschirm für einen schnellen Zugriff und eine komfortable Nutzung.
Tippen Sie einfach auf Teilen:
Und dann auf "Zum Home-Bildschirm [+]".
Bei genialokal.de kaufen Sie online bei Ihrer lokalen, inhabergeführten Buchhandlung!
Ihr gewünschter Artikel ist in 0 Buchhandlungen vorrätig - wählen Sie hier eine Buchhandlung in Ihrer Nähe aus:
Los mejores libros jamás escritosJim Hawkins regenta, junto a sus padres, la posada Almirante Benbow. Su vida discurre tranquila entre la barra y las mesas hasta que, un día, un viejo marinero entra en su fonda acarreando un pesado secreto... De la noche a la mañana el joven Jim se encuentra en la cubierta de la Hispaniola, rodeado de rudos marineros, agasajado por un misterioso cocinero cojo, ansiosos todos ellos por encontrar el codiciado tesoro del capitán Flint.Esta edición, que recupera la buena labor traductora de Jordi Beltrán, se abre con un estudio de John Sutherland, máxima autoridad en literatura victoriana y célebre anotador stevensoniano, quien a su vez indaga en los entresijos más recónditos de la novela (y su proceso de escritura) en los apéndices.'Quince hombres tras el cofre del muerto,¡oh, oh, oh y una botella de ron!'
Robert Louis Stevenson (1850-1894) nació en Escocia. Su natural enfermizo propició una infancia dedicada a la lectura y la invención de historias. Hijo y nieto de constructores de faros, estudió derecho en la Universidad de Edimburgo. A partir de los veintiséis años, empezó a viajar en busca de climas más benignos para su tuberculosis. Se casó con una mujer mayor que él, Fanny Osbourne, divorciada y con hijos. Entre sus libros más célebres hay que citar el inmortal La isla del tesoro (1881), La Flecha Negra(1883), El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), El señor de Ballantrae(1889) o Cuentos de los mares del Sur (1893). También fue autor de sencillos y memorables versos. Pasó los últimos años de su breve vida navegando por el Pacífico Sur, hasta que recaló en Upolu, una de las islas Samoa, donde se construyó una casa en la que, a los cuarenta y cuatro años, murió de un ataque cerebral. Los aborígenes de la isla, que le habían bautizado con el nombre vernáculo de Tusitala ('contador de historias'), velaron su cuerpo durante toda la noche. Está enterrado en el monte Vaea, frente al mar.